DIA 4. DEJANDO IR LAS HERIDAS DEL PASADO

“El amor no lleva cuenta de las ofensas.”

1 Corintios 13:5b (PDT)

¿CÓMO MOSTRAR MISERICORDIA A MI FAMILIA?

En cualquier relación todos estamos expuestos a ser lastimados. Si no quieres ser lastimado en la vida, te sugiero que te vaya a vivir a una montaña tú solo. Allá con los grillos y las ranas no habrá alguien que le lastime.

Cuando un ser querido nos daña con sus palabras o sus acciones, nuestro instinto natural es devolver ese mismo daño. ¨Pero un día me las va a pagar¨ Y al igual que tenemos una tendencia natural a “cobrar” las ofensas, también tenemos la tentación de “llevar la cuenta”

En alguna parte de tus notas escriban cuál ha sido la ofensa más grande que has recibido de un miembro de tu familia o una persona cercana a ti. Ahora escribe cómo te han herido o lastimado esa ofensa. Por ejemplo: me hizo sentir menos, sin valor, triste etc.

Estoy seguro de que algunos han puesto a más de un familiar y más de un sentimiento negativo a raíz de sus ofensas. Ignoro cuánto tiempo has vivido con ello en tu corazón, pero no necesitas llevarlo.

Hay algo que puedes hacer para liberarte de esa carga y es lo siguiente:

Acepta la disculpa, incluso si nunca llega.

Algunos de ustedes han guardado rencor contra la gente que nunca les pidió una disculpa. Tal vez en tu corazón hay cierta amargura contra alguien que te lastimo y esa persona; está lejos, ya murió o es un cabeza dura.

Si es así, puede que nunca escuches las palabras: “Lo siento. Estaba equivocado. Por favor, perdóname”,

¿Sabías que para perdonar a esa persona no es necesario que te pidan perdón? Sería fabuloso que cada vez que alguien te lastima venga de rodillas a pedirte perdón inmediatamente, pero la realidad es que eso no sucede con frecuencia.

¿Qué necesitas hacer?  Darle tu perdón como si ya hubiera pedido. De no hacerlo de esa manera seguirás cargando con toda la amargura, el enojo, el resentimiento que la falta de perdón trae a tu vida. Y ten por seguro de que esa no es la vida que Dios quiere para ti.

Que no lo merece, estoy de acuerdo contigo, no lo merece, pero tú lo necesitas. Porque el resentimiento, el enojo y la amargura no le hacen daño a él o ella, te hace daño a ti.

Si eso es lo que quiere hacer el día de hoy, te voy a invitar escribir a un lado del nombre y la ofensa que te hicieron la siguiente leyenda…¨Perdonado.¨

El verdadero perdón nos obliga a romper este “registro de ofensas”. Porque la sanidad no puede ocurrir en nuestras personas, matrimonios y familias si estamos recordando constantemente todas las ofensas anteriores.

En una relación donde se cuentan las faltas, todas las personas pierden. En una relación donde se elige perdonar, todas las personas ganan.

¡Perdona hoy!

Arturo Martínez
Pastor del Campus Querétaro.
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