DIA 3. ¿POR QUÉ ME LLAMAS BUENO?
“Y Jesús le preguntó: ¿Por qué me llamas bueno?”
Marcos 10:18
Una de las historias peculiares de los evangelios es la “historia del joven rico”.
Un joven, poseedor de muchas riquezas y presumiblemente de una clase social acomodada, se acerca a Jesús para preguntarle qué cosas tiene que realizar para ganar la vida eterna. Al llegar corriendo para hacerle este cuestionamiento a Jesús, le llama “Maestro Bueno”, a lo cual Jesús le contesta con la pregunta “¿Por qué me llamas Bueno?”.
Cuando lees completa la historia, y la invitación de Jesús al joven rico a regalar todos sus bienes a los pobres y seguirlo, notarás que el joven tenía una mayor estima de sus posesiones y riquezas que la estima por Jesús el “Maestro Bueno”.
Esto me hizo pensar en lo siguiente: ¿Por qué le llamamos “Bueno” a Jesús? ¿Le llamamos “Bueno” cuando tenemos posesiones y riquezas, o también cuando éstas se van de nuestras vidas? ¿Le llamamos “Bueno” cuando nuestra salud es inmejorable, o también lo hacemos en la cama de un hospital? ¿Le llamamos “Bueno” cuando responde a nuestras peticiones o preguntas tal y como nosotros queremos, o también cuando no entendemos algunas situaciones que Él permite en nuestra vida.
El joven rico no fue capaz de aceptar la invitación de Jesús de ponerlo por encima de todas sus prioridades. De seguirlo por encima de sus posesiones. Le llamaría “Maestro Bueno” siempre y cuando conservara lo que tenía. El joven rico estaba atado a sus riquezas a tal grado que le imposibilitaron seguir a Jesús. El “Maestro Bueno” de repente dejó de serlo.
¿Sabes? Cada uno de nosotros tiene alguna posesión, relación, hobby, actividad, algo que compite con nuestra lealtad a Dios. No son cosas malas, sin embargo las queremos tanto que corremos el riesgo de colocarlas por encima de Dios. En otras ocasiones, incluso comprometemos nuestra integridad cristiana con tal de no soltar alguna de las cosas que poseemos. Siempre y cuando Dios no nos quite aquello que satisface nuestro corazón, le llamaremos “Bueno”.
La invitación para todo seguidor de Jesús es llamar “Bueno” al Señor aún cuando tengamos que entregar en Sus manos aquello que amamos profundamente. Es una invitación a confiar en que Sus planes son mejores que los nuestros. Que su provisión es suficiente para nosotros y que sus acciones siempre se conducen con justicia y con verdad (Salmos 145:17). No es un llamado sencillo. Es un llamado a la fe. Sin embargo, podremos decir como Job “El Señor dió, el Señor quitó, ¡sea el nombre del Señor bendito!” (Job 1:21)
Y tú ¿Por qué le llamas “Bueno”?
En el amor de Cristo.
Chucho Hurtado
Ministro PIB Satélite.
Un joven, poseedor de muchas riquezas y presumiblemente de una clase social acomodada, se acerca a Jesús para preguntarle qué cosas tiene que realizar para ganar la vida eterna. Al llegar corriendo para hacerle este cuestionamiento a Jesús, le llama “Maestro Bueno”, a lo cual Jesús le contesta con la pregunta “¿Por qué me llamas Bueno?”.
Cuando lees completa la historia, y la invitación de Jesús al joven rico a regalar todos sus bienes a los pobres y seguirlo, notarás que el joven tenía una mayor estima de sus posesiones y riquezas que la estima por Jesús el “Maestro Bueno”.
Esto me hizo pensar en lo siguiente: ¿Por qué le llamamos “Bueno” a Jesús? ¿Le llamamos “Bueno” cuando tenemos posesiones y riquezas, o también cuando éstas se van de nuestras vidas? ¿Le llamamos “Bueno” cuando nuestra salud es inmejorable, o también lo hacemos en la cama de un hospital? ¿Le llamamos “Bueno” cuando responde a nuestras peticiones o preguntas tal y como nosotros queremos, o también cuando no entendemos algunas situaciones que Él permite en nuestra vida.
El joven rico no fue capaz de aceptar la invitación de Jesús de ponerlo por encima de todas sus prioridades. De seguirlo por encima de sus posesiones. Le llamaría “Maestro Bueno” siempre y cuando conservara lo que tenía. El joven rico estaba atado a sus riquezas a tal grado que le imposibilitaron seguir a Jesús. El “Maestro Bueno” de repente dejó de serlo.
¿Sabes? Cada uno de nosotros tiene alguna posesión, relación, hobby, actividad, algo que compite con nuestra lealtad a Dios. No son cosas malas, sin embargo las queremos tanto que corremos el riesgo de colocarlas por encima de Dios. En otras ocasiones, incluso comprometemos nuestra integridad cristiana con tal de no soltar alguna de las cosas que poseemos. Siempre y cuando Dios no nos quite aquello que satisface nuestro corazón, le llamaremos “Bueno”.
La invitación para todo seguidor de Jesús es llamar “Bueno” al Señor aún cuando tengamos que entregar en Sus manos aquello que amamos profundamente. Es una invitación a confiar en que Sus planes son mejores que los nuestros. Que su provisión es suficiente para nosotros y que sus acciones siempre se conducen con justicia y con verdad (Salmos 145:17). No es un llamado sencillo. Es un llamado a la fe. Sin embargo, podremos decir como Job “El Señor dió, el Señor quitó, ¡sea el nombre del Señor bendito!” (Job 1:21)
Y tú ¿Por qué le llamas “Bueno”?
En el amor de Cristo.
Chucho Hurtado
Ministro PIB Satélite.
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