DIA 1. JESÚS EL SIERVO SUFRIENTE

"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Salmo 22:1 NVI
Las palabras con las que comienza el Salmo deben estremecernos, es el grito de angustia de alguien sufriendo injustamente. Quizá la primera pregunta que debemos responder es por qué se retrata a Cristo como un hombre objeto del sufrimiento. No es el único lugar donde encontrarás esto, el profeta Isaías dijo de él, “Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento” Is. 53:3 NVI

El Mesías no solo experimentaría sufrimiento, sino que Su vida misma estaba destinada para ello, pues el precio de la salvación se gestó a través del sufrimiento, la dolorosa Cruz fue siempre el Plan original de Dios.

El Salmo 22 describe la crucifixión tan cruda como en realidad fue. “Cuantos me ven, se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza” (vs. 7) “Como agua he sido derramado; dislocados están todos mis huesos” (vs. 14) “me han traspasado las manos y los pies” (vs. 16) “Se reparten entre ellos mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes.” (v.18) El maltrato físico pareció no ser suficiente, sino que además vemos la burla, el acoso y la vergüenza. Y, por si fuera poco, el rechazo del Padre “¡por qué me has desamparado!” Qué horrible escena... pero esto fue así porque detrás había una motivación extraordinaria. Cristo pagó por nuestras ofensas, por nuestra desobediencia, por nuestro orgullo y rebeldía contra Dios (Is. 53:5). Este fue el precio de nuestra paz, de nuestra reconciliación con el Padre.
 
En una ocasión asistí a un funeral, y el predicador citó el Salmo 22 y dijo ¿Por qué Jesús fue rechazado y sufrió la separación del Padre?, y respondió, ¡para que tú y yo nunca volviéramos a estar solos! ¡Para que nosotros nunca estuviéramos separados de Dios! En otras palabras, él estuvo dispuesto a sufrir para evitarnos el dolor, él fue acusado para que nosotros fuéramos exonerados, él atravesó la vergüenza para que nosotros recibiéramos su dignidad, él experimentó la muerte para que tú y yo recibiéramos la Vida. ¡Qué maravillosa ESPERANZA! ¡Y qué extraña manera de operar la Justicia de DIOS, pero así es!

El Salmo termina con alabanzas, y no podría ser de otra manera, porque Dios “no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro.” (vs. 24) Podemos interpretarlo de dos maneras, se puede referir a Jesús pues Dios aceptó el sacrificio y como prueba de su perfecta justicia lo resucitó y exaltó (Fil. 2:8-9). O bien, puede referirse a todos los que ponen su fe en Jesús, pues somos pobres espiritualmente, incapaces de salvarnos, entonces Dios nos da la justicia de su Hijo. (vs. 4 y 5) Sea como sea, el Mesías primero debía ser Siervo sufriente para luego ser Rey. Jesús, después de su resurrección, cuestionó a sus discípulos diciéndoles. “¡Oh insensatos... ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria?”

“La posteridad le servirá; del Señor se hablará a las generaciones futuras. A un pueblo que aún no ha nacido se le dirá que Dios hizo justicia.” (Vs. 30 y 31)

En el amor de Cristo.

Shajid Ochoa
Ministro PIB Satélite.

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