DIA 4. FE ES PONER EN MANOS DE DIOS LO QUE MÁS AMAMOS

“Abraham confió en Dios, y por eso obedeció cuando Dios le ordenó que saliera de su tierra para ir al país que le daría, aun cuando no sabía hacia dónde iba… Abraham confió en Dios cuando Dios quiso probar si él lo obedecería o no. Por eso Abraham tomó a su hijo Isaac para ofrecerlo como sacrificio. No le importó que fuera su único hijo,”
Hebreos 11:8, 17
Sin lugar a dudas Abraham tiene bien merecido el sobrenombre de “el padre de la fe”. Abraham es el prototipo perfecto de obediencia cuando de confiar en Dios se trata.

Su historia relatada en Génesis, nos habla de un personaje que vivió en el segundo milenio antes de Cristo. Un hombre que habitaba junto con su familia y su parentela en la tierra de Ur de los caldeos. Es entonces cuando en Génesis 12 Dios comparte una visión en el corazón de Abraham: dejar todo atrás para aventurarse a una lejana tierra que daría en posesión a sus descendientes. Y no sólo eso. Dios promete a Abraham que, a través de su linaje, Dios bendeciría a todas las naciones del mundo (Génesis 12:3).  

Muchos teólogos están de acuerdo en que Abraham provenía de un contexto pagano. La tierra de los caldeos tenía diversos dioses/ídolos a los cuales adoraban para recibir fertilidad, cosechas y protección. Al obedecer a Dios, la expedición que Abraham emprendería no sería solamente física, sino también espiritual. Abraham dejaría atrás no solamente “su tierra y su parentela” sino que junto con ellos dejaría atrás la cosmovisión politeísta que prevalecía en la región. Abraham estaba comenzando una relación con el Único Dios Verdadero.

Si lo pensamos por un instante, la FE es así. Muchos de nosotros, cuando escuchamos por primera vez el mensaje del evangelio, practicábamos una religión que poco o nada tenía que ver con el Dios verdadero. Cuando decidimos abrir nuestro corazón a Cristo, dejamos atrás nuestras costumbres, tradiciones o religión, para entregar nuestra vida al único que puede darnos salvación (Hechos 4:12). La FE demanda eso de nosotros. Dejar atrás nuestra cosmovisión errónea para confiar en la revelación que Dios nos ha dado a través de Jesucristo.

Tal vez en el camino dejemos “tierra y parentela”. Tal vez en este camino de FE nos ganemos la enemistad de propios y extraños por haber “cambiado de religión”. Probablemente nuestra familia se enojará con nosotros porque nos hicimos “protestantes”. Podría ser que en nuestra escuela o trabajo recibamos burlas o escarnios por ser de “esos fanáticos religiosos”. Abraham nos entiende. Abraham sabe qué significa dejar “tierra y parentela” una vez que Dios nos llama a hacerlo.

Y no sólo eso. Abraham también sabe, por experiencia propia, lo que significa dejar lo que más amamos en manos de Dios. Tal vez el episodio más desafiante de su vida se relata en Génesis 22, cuando Dios le pide en sacrificio al mismo hijo que le había dado como promesa. ¡Vaya prueba de fe! ¡Dejar en manos de Dios aquello que más amas! Aunque, si lo pensamos por un momento, la FE es justo eso también: el reconocimiento de que todo lo que tenemos y todo lo que somos lo hemos recibido de Él, y Él tiene todo el derecho de pedírnoslo de vuelta (estarás de acuerdo conmigo que es más fácil escribirlo que vivirlo).

¡Que Dios nos permita caminar el camino de la FE dejando atrás todo aquello que nos impida seguir Su voz! ¡Que Dios nos de la valentía de dejar “tierra y parentela” sabiendo que Él tiene grandes promesas para nosotros y nuestra descendencia! ¡Que Dios nos permita poner en Sus manos todo aquello que amamos, tal como lo hizo Abraham, un héroe de la fe!


Pastor Jesus Hurtado
Ministro de Amar al Projimo

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