DIA 5. FE ES CONFIAR QUE DIOS PUEDE CAMBIAR TU HISTORIA

“José confió en Dios y, por eso, poco antes de morir, anunció que los israelitas saldrían libres de Egipto, y dejó instrucciones para que supieran qué hacer con sus huesos… En vez de disfrutar de las riquezas de Egipto, Moisés decidió que era mejor sufrir, como también iba a sufrir el Mesías, pues sabía que Dios le daría su premio… Rahab, la prostituta, confió en Dios y trató bien a los espías de Israel. Por eso no murió junto con los que habían desobedecido a Dios en Jericó.”
Hebreos 11:22, 26, 31  
La lista de los héroes de la fe es abundante. Cada historia es una vida relatada en el Antiguo Testamento. Cada hombre y mujer mencionados en dicha lista, puede ser estudiada a profundidad para recibir grandes experiencias acerca de la FE.

Sin embargo, hay algo que José, Moisés y Rahab comparten en esta lista: UN PASADO DIFÍCIL.
Si alguna vez has leído la historia de José (desde el capítulo 37 hasta el capítulo 50 de Génesis), recordarás que su vida no fue una vida sencilla. Aunque tú y yo podemos hoy disfrutar de grandes musicales de Broadway que narran sus experiencias acompañadas de música pegajosa, ¡a ninguno de nosotros nos hubiera gustado estar en sus zapatos! La vida de José fue por demás complicada: vendido como esclavo por sus hermanos, acusado falsamente por guardar su integridad sexual, olvidado por aquellos a quienes ayudó a prosperar, la historia de José está llena de relatos sombríos.

Y ¿qué decir de Moisés? Un recién nacido destinado a morir por políticas públicas egipcias, abandonado a su suerte en una canasta sobre un río, y finalmente rescatado milagrosamente por la hija de Faraón (irónico que Moisés termine en el palacio de quien deseaba destruir su vida desde antes de nacer). Tras 40 años viviendo como egipcio, Moisés toma la justicia por su propia mano, asesinando a un capataz egipcio que maltrataba a un esclavo hebreo. Esto lo lleva a vivir 40 años en el exilio en el desierto de Madián.

Rahab, por su parte, es mencionada como una prostituta que vivía en la ciudad de Jericó. En las culturas antiguas, las regiones periféricas de las ciudades (los muros) eran áreas propensas para que habitaran los desplazados sociales. Rahab era una de estas personas. Viviendo en los muros de la ciudad de Jericó, y ofreciendo sus servicios sociales a cambio de dinero.

Sin embargo, cuando leemos sus nombres en Hebreos 11, notamos que su historia terminó de una manera muy distinta de como comenzó: José termina dirigiendo los destinos de la gran nación egipcia, ¡y pidiendo como última voluntad que sus restos fueran llevados a la tierra que Dios había prometido a sus antepasados!; Moisés concluye sus días liberando a millones de hebreos de la esclavitud egipcia, guiándolos por el desierto, enseñándoles todo aquello que Dios le mostraba en sus encuentro con él, ¡y viendo a la lejanía la Tierra que Dios había prometido a sus antepasados!; mientras que Rahab, reconociendo que el Dios de Israel era más fuerte que los hasta entonces infranqueables muros de Jericó, ¡decidió colaborar en la posesión de la tierra que Dios había prometido a los patriarcas hebreos! ¡Eso es la FE! ¡La certeza de que, no importando nuestro pasado, Dios quiere escribir un mejor futuro para nosotros y nuestras generaciones! ¡Eso es la FE! ¡Que aunque nuestros pies no alcancen a pisar la Tierra Prometida, nuestros ojos la vislumbran con una sonrisa en los labios, sabiendo que “FIEL ES EL QUE LO PROMETIÓ”! (Hebreos 10:23)

¡Que Dios nos permita perseverar en el camino de la FE, sabiendo que Él es experto en transformar historias! ¡Que Dios nos permita contemplar con los ojos de la FE lo que Él tiene preparado para nosotros y nuestras generaciones! ¡Que podamos ver el futuro con los ojos de la FE, tal como lo hicieron José, Moisés y Rahab, héroes de la fe!



Pastor Jesus Hurtado
Ministro de Amar al Projimo

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