DIA 1. LA HISTORIA MÁS GRANDIOSA JAMÁS CONTADA

Hace muchos años, en una tierra de Medio Oriente donde un hermoso río servía para formar otros cuatro ríos, había un gran jardín prístino. En sus exuberantes árboles y plantas tropicales abundaban frutos deliciosos de todos los gustos. Un paraíso de pastos y flores debajo de la bóveda celeste formaban un paisaje imponente. Los pájaros cantores y el sonido de las cataratas producían una encantadora música de fondo. Era la perfección misma, el jardín del Edén, donde el primer hombre y la primera mujer vivían en perfecta armonía uno con  otro y al mismo tiempo con su Creador, el trino Dios: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

Desde los primeros instantes de su existencia esta primera pareja, Adán y Eva, disfrutaron de una relación estrecha con su Creador. Hablaban con él tal como se hablaban entre ellos. Caminaban con él en el jardín. Reían juntos compartiendo las delicias del paraíso, festejando el garbo de la gacela, el vuelo impresionante del águila y el bullicio del gorrión.

Su comunión con Dios era como la de un amigo querido y un padre cariñoso, porque eran una familia. Y por medio de esta relación tenían todo lo que necesitaban. Tenían amor porque su amor procedía de Dios. Tenían gozo porque el gozo provenía de Dios. Tenían paz porque su paz provenía de Dios. No existían hambre, codicia, temor ni dolor porque se sentía la presencia santa de Dios por todo el maravilloso jardín.

Un día sucedió algo terrible
Un ángel rebelde llamado Lucifer, por odio, conspiró para arruinar a la familia perfecta y al mundo que Dios había creado. Lucifer, que había sido echado del Cielo porque quería tener dominio sobre su propio reino sin incluir a Dios, convenció a la primera pareja humana de que también ellos podían ser soberanos de su propio mundo sin incluirlo. Así que los engañó haciéndoles creer que ellos sabían más que Dios. Los convenció de que egoísta y pecaminosamente escogieran sus propios caminos en lugar de confiar en los caminos de Dios. Los persuadió de que comieran del fruto que Dios les había prohibido comer. Y fue así que pecaron. Y su pecado tuvo consecuencias devastadoras para ellos y para el mundo a su alrededor.

La decisión pecaminosa de Adán y Eva de rechazar a Dios y sus caminos formó una pared terrible. Una pared de muerte que los separaba de su cariñoso Creador y Padre Dios. Desaparecieron las alegres risas que compartían. Desapareció su estrecha relación. Desde este punto en adelante, Dios observaba con dolor y tristeza cómo sus hijos, sí, sus hijos, que iban llegando al mundo que él creó, no lo conocían ni sentían su amor. Los observaba cada momento del día, pero ellos no podían sentir su interés. Los veía seguir el camino pecaminoso de Adán y Eva que impedía que cada niño, adolescente, joven y adulto conociera y sintiera su amor.

Entonces Dios ideó un plan, ya que no podía relacionarse con el pecado. El plan consistía en que enviaría a su Hijo unigénito a nuestro mundo para que fuera como uno de nosotros, él mismo hecho una criatura, un bebé humano, por nosotros. Él, que era Dios, vino al mundo, en la matriz de una virgen, como lo predijeron los profetas, como se enteraron los pastores, para cancelar la maldición a fin de que pudiéramos sentir su amor por nosotros.

Todo lo hizo por ti. Aunque pecaste contra él, él te amó y te aceptó. Ese es el significado de la encarnación, la muestra de cuánto Dios anhela una relación contigo.


Semana Santa 2021
Pastor Luis Gabriel César Isunza
PIB Satélite
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